viernes, 3 de junio de 2011

LA CRÍTICA COSMÉTICA.

Algunas voces estos días se han preocupado por el aspecto de las acampadas que en tantas ciudades de España han proliferado a partir del 16M. Opiniones diversas, pero muchas muy críticas tanto con la apariencia de las plazas ocupadas como por la de los que allí habitamos. Hemos escuchado cientos de insultos que sinceramente no me voy a molestar en reproducir, para eso está Intereconomía, referidos a peinados, ropajes e incluso olores.

Lo cierto es que la ocupación de las plazas y su habitabilidad han sido un arduo trabajo realizado por miles de personas en toda España, organizadas en comisiones, ejemplo de democracia y horizontalidad, de esa democracia que exigimos a los que se suponen debe llevarla a cabo sin hacerlo, comisiones que han canalizado el ingente trabajo de hacer posible una estructura que cobijara la creación de grupos de trabajo que puedan sobrevivir a la ocupación directa de las plazas, grupos de trabajo que más allá de las acampadas sigan trabajando por nuestra dignidad como ciudadanos. Felicidades a todos y todas, vuestro trabajo se está viendo recompensado con cada asamblea, con cada reunión, con cada vaso de agua o plato de comida, por cada toldo que nos protege del sol o del frío... Gracias de todo corazón. Las plazas se han constituido como punto de encuentro para gente de toda ideología, pero cierto es que nadie creó una comisión que juzgase peinados y vestimentas para formar parte de este movimiento que hoy procura construir una respuesta ciudadana a los partidos políticos, y eso fue así por la sencilla razón de que a ninguno de los que llenamos las plazas con nuestras voces nos preocupaba en absoluto la vestimenta que pueda cubrir ese clamor.

La crítica cosmética es propia de los que no pueden criticar lo que defendemos, es la asunción de no tener argumento alguno, de la cobardía de enfrentar el debate, es la crítica que Aristóteles llamaría Ad Hominem (es decir, criticar a la persona y no su discurso), es la de aquellos que prefieren líderes bien vestidos y convenientemente operados por algún genio de la cirugía plástica (sirva como ejemplo Berlusconi), la de los que preferirían una revolución perfumada en Channel fuese cual fuese su ideología, que una sin camisas ni corbatas (que también las hay) que reivindica democracia. La crítica cosmética es superficial por definición, no discutir ideas sino sólo apariencia es propio de quién posee una cultura forjada en horas de Telecinco, de Carmenes Lomanas y Ana Rosas Quintana.

A todos ellos y ellas les invito a vencer los recelos de su mirada y expandir el sentido de la escucha, los invito a que unan su voz al canto contra la injusticia que todos los días lanzamos desde cada plaza contra los poderes que nos humillan. Invitados estáis a llenar con vuestra elegancia cada rincón de España reclamando DEMOCRACIA REAL YA.

Salud-os!!!

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